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jueves, 19 de noviembre de 2009

"LA PARALISIS JUDICIAL ES CORRUPCION"


Ricardo Monner Sans
“La parálisis judicial también es corrupción”

http://www.elargentino.com/nota-13477-La-paralisis-judicial-tambien-es-corrupcion.html





04-11-2008

Es el ojo crítico de la Justicia argentina. El abogado se hizo eco de una denuncia de Veintitrés y presentó el caso en los Tribunales. Dice que ese trabajo lo deberían hacer los fiscales y advierte: “Todavía prosperan poco las denuncias contra el poder”.

Por Franco Mizrahi


El abogado preside la Asociación Civil Anticorrupción pero actúa, muchas veces, como si fuera un fiscal de la Nación. Es que Ricardo Monner Sans suele transformar en investigación judicial aquello que denuncian los medios. Lo hizo en los ’90, cuando cobró relevancia mediática con un sinfín de acusaciones contra el gobierno menemista, entre las que resaltó la radicada por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. También en los últimos años, con algunos funcionarios K sospechados, como Felisa Miceli y la bolsa de dinero encontrada en el baño de su oficina. Y ahora, de nuevo, de la mano de Veintitrés, con las revelaciones sobre los fiscales de San Isidro Pablo Quiroga y Raúl Pleé y sus maniobras irregulares en la Justicia (ver recuadro).“Pero ese es trabajo que deberían hacer los propios fiscales. Para eso les pagan”, dispara el abogado. Y comenta: “Mi hijo mayor me advirtió de la importancia que sugería la tapa de la revista y la compré. Como tenía muy buenas referencias probatorias, mi obligación ciudadana era plantearla como tema de investigación. Y así fue: mi denuncia quedó radicada en el Juzgado Federal 1 de San Isidro”.–¿Cómo continúa el proceso?–El trámite a uno se le termina escapando de las manos. Es una terrible crítica que hay que hacerle a nuestro Código Procesal Penal. El expediente sólo puede ser revisado por las partes y por el fiscal. No por el denunciante. Esto le viene como anillo al dedo a los ocupantes del poder: es una valla de contención para los que pretenden apelar.–¿Cómo elaboró su denuncia?–La denuncia tiene absolutamente todo lo que dice la nota. Lo único que hice fue darle formato jurídico. Son cosas que no pueden quedar sin investigar. Aunque también es cierto que es difícil conocer todos los casos de corrupción galopante que hay. En todo caso, me genera un interrogante. Si la denuncia de la revista es cierta, ¿existieron otros casos donde no hubo unmedio que los denuncie? ¿Puede ser esto una importante aguja pero dentro de un gran pajar?–Lo grave, además, es que se trata de fiscales y son ellos los que deben encargarse de investigar en la Justicia...–Es que una vez más se descubre lo que no era así en mis tiempos. Si hoy los delitos no fueran denunciados gracias a información confidencial anónima o por investigaciones periodísticas, el promedio de fiscales y jueces no estaría haciendo nada.–¿Por qué?–Es la pregunta del millón. ¿No investigan porque no se enteran o porque no se quieren enterar? En nuestro país, el Poder Judicial siempre fue el más débil. Ya en la primera versión constitucional era el que menos cantidad de artículos tenía. Por otro lado, hay que considerar que es un poder sin autonomía de vuelo. Su financiamiento depende de lo que voten el Legislativo y el Ejecutivo. Y esa posibilidad de apriete sirve para que el Poder Judicial esté “tranquilo”.–¿Alguna vez vivió esos “aprietes”?–No puedo ser un buen contestador. A mí no me han pedido dinero ni favores políticos.–¿Pero existen?–Diría que el actual nivel de parálisis judicial, como que nadie haya tomado este caso más que yo, también es corrupción.–¿Cómo se revierte eso?–Hace muchos años dije que había que pensar la elección directa de fiscales, es decir, a través del voto popular. Como también planteé que había que ensayar en serio los juicios por jurado. No digo que no pensé la elección popular de jueces también. Pero para llegar a eso, primero hay que realizar la experiencia con los fiscales.–¿Cuál es hoy la relación entre el Estado y la Justicia?–Si por Estado se entiende Poder Ejecutivo, hay contemplaciones. Como cuando descubro que Romina Picolotti enviaba a su mucama a Córdoba en avión privado y me pregunto si la jueza (María Romilda) Servini de Cubría está avanzando en la causa. O cuando noto que la Justicia no llama a declarar a Martín Balza en la causa de Río Tercero y el kirchnerismo lo designa embajador en Colombia, cuando el 80 por ciento de las armas salió de la jurisdicción del Ejército.–¿No rescata de la gestión K los cambios en la Corte Suprema?–Hacía rato que no había una Corte Suprema de este buen nivel. Son todos independientes, excepto una persona que tiene el teléfono directo de la Casa Rosada y cuyo nombre no voy a decir. Además, todos dictaron fallos notables. Pero a la Corte, hay que decirlo, llega un mínimo porcentaje de lo que pasa por abajo. Entonces, cuánto vale aplaudir aquello. La realidad hace imposible que todos los pleitos terminen en esa instancia.–¿Qué opina de la pelea entre el miembro de la Corte Eugenio Zaffaroni y Néstor Kirchner?–Puedo decir que me encanta la independencia de Zaffaroni, es muy edificante. Ya lo había percibido cuando Kirchner se sumó a la ola de críticas contra la Cámara Criminal, que tuvo una acción garantista con Omar Chabán, y Zaffaroni sentenció: “El Presidente no puede opinar públicamente de eso”. Kirchner no podía transmitir temor al Poder Judicial. No sé si Zaffaroni quiso establecer la hipótesis de su retirada. Pero no sería el primero en irse por cansancio moral.–¿La misma renovación de la Corte se vislumbra en el Consejo de la Magistratura?–Si el Consejo de la Magistratura no tuviera formas muy arbitrarias de seleccionar a sus miembros, creo que daría una sensación de higiene mucho más trascendente y no la sensación de miedo que hoy se tiene por parte de los jueces. En el anterior Consejo había falencias y lentitudes pero mayor ecuanimidad, mayor sentido de la ponderación, menor concepto de fundamentalismo.–¿La Justicia es un reflejo de la sociedad?–Sí, se retroalimentan. El modelo hace que la concentración de poder transforme al pueblo argentino en un actor muy pasivo.–¿Los jueces de hoy aplican las leyes?–Creo que sí. En el ámbito penal, considero que nuestro código tiene una excesiva cantidad de penas. En ese sentido, las leyes podrían aplicarse más si hubiera una mayor contracción al trabajo, mayor independencia práctica y si todo el estándar argentino mostrara una conducta ética desde arriba. El promedio de “no moralidad” es muy alto y, por eso, todavía prosperan poco las denuncias contra el poder.
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